martes, 26 de julio de 2011








Malaquías 2:15

Antes de abordar el tema, tenemos que saber a qué descendencia se refiere el profeta Malaquías. Unos dicen, que se refiere a Israel, que fue escogido como una nación santa para Dios (Dt. 7:6). Otros opinan que, se refiere a Cristo, que fue anunciado como la descendencia de la mujer (Gn. 3:15) y que vino, según la carne, de Israel (Ro. 9:5; Ap. 12:5). Sin embargo, es necesario comprender que la descendencia que busca Dios, es mucho más que la nación judía; y aunque Jesucristo es Hijo de Dios hecho carne, la descendencia mencionada en Malaquías no se refiere a Jesús, sino a aquellos que fueron escogidos para que llegaran a ser hijos de Dios por medio de Jesucristo. La paternidad de Dios debe ser entendida en doble sentido: En primer lugar, Dios es Padre de todos los seres humanos por causa de creación. En este sentido, los hombres son linaje de Dios (Hch. 17:27, 28). Todos los hijos por creación están bajo la ira de Dios, porque están muertos en delitos y pecados (Ef. 2:1-3). En segundo lugar, Dios es padre por derecho de adopción. Por medio de Jesucristo, él se propuso adoptar como hijos a todos aquellos que escogió y predestinó desde antes de la fundación (Ef. 1:4, 5). En cualquier periodo de la historia humana, Dios ha salvado a éstos por gracia y por medio de la fe. Desde el principio de la creación, Dios siempre ha buscado levantar una descendencia para él. El diablo y su linaje, ha intentado destruir a la descendencia de Dios, pero nunca ha podido ni podrá (Jn. 8:44; Ro. 8:31-39). Habiendo establecido, pues, quiénes constituyen la descendencia de Dios, ahora les hablaré de tres cosas sobre el texto que he tomado para esta disertación.
I. ESTE TEXTO NOS OBLIGA A CONSIDERAR EL PROPÓSITO QUE DIOS TUVO EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE Y DE LA MUJER. “¿No hizo él uno? … ¿Y por qué uno?”

En primer lugar, cuando Dios creó al hombre, lo creó como una raza distinta a la de los animales, por eso no había compatibilidad entre el hombre y los animales (Gn. 2:18-20). En segundo lugar, Dios se propuso crear al hombre como una “unidad”. Así como Dios es uno, pero a la vez más que uno, la Trinidad; así el hombre es uno, pero a la vez más que uno, el matrimonio (Gn. 1:26, 27; Gn. 2:24; Ef. 5:30-32). Dios sabe que no es bueno que el hombre esté solo, por eso creó a la mujer para que sea “uno” en el matrimonio. Por tanto, el designio de Dios es que, a través de la unión matrimonial, el hombre y la mujer habiten en familia (Gn. 2:21-24). También, Dios los hizo uno (Mt. 19:4-6), para que la raza humana se multiplicase, a fin de llenar la tierra (Gn. 1:28; Hch. 17:26).

Una vez que el hombre se multiplicó, Dios reveló que su propósito era bendecir a todas las familias de la tierra (Gn. 12:3). Algunos basándose en Gálatas 3:8, dicen que las bendiciones eran para las naciones y no las familias. Pero, las naciones están conformadas por familias (Gn. 10:5). La revelación del propósito de Dios de bendecir a todas las familias de la tierra, demuestra que él se había propuesto levantar una descendencia para él.
II. ESTE TEXTO NOS OBLIGA A CONSIDERAR LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD PARA IDENTIFICAR A LA DESCENDENCIA DE DIOS. “Porque buscaba una descendencia para Dios”

Adán es considerado el primer hijo de Dios (Lc. 3:38). Por un tiempo, no precisado, Adán y Eva disfrutaban del compañerismo de Dios. Pero, un día, ellos cayeron en el pecado de desobediencia (Gn. 3:6-11). Como consecuencias de su pecado, los hombres se convirtieron en pecadores (Ro. 5:12) y se fueron alejando de su Creador hasta llegar a ser ajenos a la vida de Dios (Ef. 1:17-19). Dos hijos de Adán, Caín y Abel, son mencionados en la historia bíblica, para mostrar las consecuencias del pecado de su padre. Ambos jóvenes creían en Dios. Pero uno era del maligno y el otro era de Dios. El hijo del diablo mató al hijo de Dios (1 Jn. 3:12). Desde la muerte de Abel, no se menciona una descendencia que invocara el nombre de Dios. Pero sí, vemos una descendencia de impíos progresistas que trajeron corrupción y muerte. Este fue el germen del humanismo moderno: Progreso sin Dios (Gn. 4:16-24).

Pero el propósito de Dios era levantar una descendencia para él. Por eso le concedió a Adán y Eva tener otro hijo en lugar de Abel. Su nombre fue Set. Set engendró a Enós, desde entonces, los hombres empezaron a invocar el nombre de Dios (Gn. 24:25, 26). Después de este hecho, el relato sagrado del Génesis nos da una lista de gente justa que andaba por fe (Gn. 5). Sin embargo, la lista, revela que no hubo una gran cantidad de justos. Es evidente que, con el correr del tiempo, los hombres se corrompieron y solamente la familia de Noé vivía bajo el favor de Dios. Dios salvó a la familia de Noé y destruyó a todo ser viviente por medio del diluvio (Gn. 6:5-8; 7:22, 23). Los descendientes de Noé tampoco levantaron descendencia para Dios, ellos desobedecieron la voluntad divina y por eso Dios los esparció sobre la faz de toda la tierra (Gn. 11:4-9). Fue, entonces, cuando Abraham fue llamado para levantar una descendencia para Dios (Gn. 12:2, 3). De los lomos de Abraham salió el pueblo de Israel. Dios escogió a ese pueblo y le prohibió que sus hijos e hijas se unieran en matrimonio con los incrédulos, a fin de levantar una descendencia para él (Dt. 7:1-5). Pero Israel también fracasó y no obedeció el mandato de Dios (Neh. 13-23-27; Mal. 2:10-16). Entonces, “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo nacido de mujer” (Gá. 4:4). Él vino para redimir a todos los que habían sido escogidos para ser de Dios, a fin de que recibiesen el Espíritu de adopción (Jn. 17:2: Gá. 4:5,6). Dios los salvó en Cristo para que sea una descendencia par él. Éstos son contados ahora como miembros de la familia de Dios (Ef. 3:17-19).
III. ESTE TEXTO NOS COMPELE A CUMPLIR LA VOLUNTAD DE DIOS CON RESPECTOA A LA DESCENDECIA QUE ÉL ESTÁ LEVANTANDO. “No seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud”

Dios quiere que el hombre y la mujer estén unidos en matrimonio para evitar el pecado sexual de la fornicación (1 Co. 7:2). Ni la mujer ni el marido debe abandonar a su cónyuge (1 Co. 7:12, 13). Abandonar al cónyuge es olvidarse del pacto de Dios (Pr. 2:17). Se debe decir: No, al divorcio, porque Dios aborrece el repudio (Mal. 2:15-16). Además, los hijos de Dios no deben unirse en yugo desigual con los incrédulos, porque no hay compatibilidad entre la justicia y la injusticia, entre la luz y las tinieblas. La voluntad de Dios es tener un pueblo altsanto, apartado de los pecadores (2 Co. 6:14-18). La Biblia dice que los hijos de los incrédulos son inmundos, mientras que los hijos de los creyentes son santos (1 Co. 7:14). Por esta misma razón, Dios ordena que los creyentes críen a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor (Ef. 6:4; Com. Dt. 6:6-9).

Si Dios está levantando una descendencia para él, casemos a nuestros hijos y a nuestras hijas con creyentes verdaderamente convertidos a Dios. No entreguemos a nuestras hijas a los filisteos, ni mucho menos a los humanistas, que hacen alarde de su espíritu profano. Con toda seguridad decimos que ellos apartarán a nuestros hijos del camino de Dios, y los llevarán por el camino de la impiedad.

Deseo terminar preguntando a los que nos visitan: ¿En qué línea de descendencia estáis vosotros? Si no os halláis en la descendencia que Dios ha salvado para él, os invito a que recibáis a Jesucristo el Hijo de Dios. El murió para redimirnos de toda iniquidad (Tit. 2:14). Si le recibís os será dado potestad para que seáis hechos hijos de Dios (Jn. 1:12). Entonces, aprenderéis a invocar el nombre de Dios en espíritu y en verdad, “porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn. 4:24). Por otra parte, si tenéis problemas con la mujer de tu pacto matrimonial, acercaos a Dios, y someteos unos a otros en el temor del Señor (Ef. 5:21). El bendecirá vuestro matrimonio, porque su voluntad es que “seáis uno”, no sólo en la carne (Mt. 19:5) sino también en propósito y compañerismo cristianos. ¡No engrosemos más las filas de la descendencia de los impíos! Mi oración por vosotros es, que vuestras familias sean bendecidas con salvación, porque sólo así serán “descendencia para Dios”.


Cortesias: Iglesia Bautista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario