lunes, 11 de julio de 2011

MICROMENSAJE

Como se comporta una persona con un corazón agradecido
( Lucas ; 7:36-38)



La escena toma lugar en la casa de Simón, uno de los fariseos. Los fariseos se consideraban lo mejor de la congregación judía y contaban con una membresía de alrededor de 6,000 hombres. Fariseo significaba el que ha sido separado. Se habían separado de la vida cotidiana para obedecer la ley hasta en el más mínimo detalle.
Las casas de los ricos eran parecidas a las haciendas nuestras, se construía la casa como un cuadro alrededor de un patio y fuente. Y era en ese patio donde se solían hacer las comidas y las fiestas. Allí encontramos al Señor reclinado (7:36) sobre su codo izquierdo, sentado en el suelo probablemente mientras comía con su mano derecha. En esta posición, el cuerpo y los pies quedan extendidos hacia atrás en una posición cómoda para comer.
Cristo había sido invitado como joven rabino para exponer sus enseñanzas. Y en tales ocasiones, se permitía que cualquier persona entrara a escuchar dichas enseñanzas. Eso explica la presencia de la mujer pecadora, persona que nunca le hubiera cruzado por la mente a Simón invitar a un evento así.
Lucas nos dice que cuando la mujer se enteró que Jesús estaba comiendo en la casa de Simón, ella se presentó con un frasco lleno de perfume. Lo más probable, al ver el rostro del maestro, la mujer irrumpió en llanto. Volver a ver a aquel quien le había perdonado sus pecados y le había dado una vida nueva le conmovió y le llevó a derramar lagrimas de gratitud por lo que Cristo había hecho en su vida.
Pero sus gestos de agradecimiento no terminaron allí. Frente a ella estaba Cristo, quien le había perdonado. ¿Qué piensa usted que vio esta mujer cuando puso sus ojos en Jesús? Yo creo que vio a Dios en su belleza como el Dios perdonador. La mujer procedió a mostrar su agradecimiento: se arrojó a los pies del maestro, le baño sus pies con sus lágrimas, se las secó con sus cabellos, también le besó sus pies, y se los ungió con aceite. La mujer pecadora besó los pies que trajeron a aquel que le limpió su corazón, su mente y su vida del pecado.


Cortesias: Iglesia Bautista

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