lunes, 7 de mayo de 2012



El fruto de la espera

A medida que la larga espera del invierno llega a su fin y la primavera se acerca, es posible que usted esté esperando que algo en su vida fl orezca. Quizás está esperando la respuesta a una oración —por un trabajo, prosperidad económica, mejor salud, o la salvación de un ser querido. Tal vez esté esperando cuál será el próximo paso en el plan de Dios para su vida, o las fuerzas para vencer por fi n algún pecado.

Cualquiera que sea el caso, mientras esperamos que se produzcan cambios en el contexto que nos rodea, es un buen momento para pensar también en qué semillas hemos estado sembrando en nuestras vidas. En nuestra temporada de espera, ¿hemos sembrado para lo bueno o para el pecado? ¿Hemos hecho preparativos para tener una cosecha de fruto espiritual o de mala hierba de transigencia? “No os engañéis”, escribió Pablo, “… el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos si no desmayamos” (Gá 6.7-9).

Esperar en Dios puede ser un asunto difícil, lleno de tentaciones y también de bendiciones. Lo que necesitamos es tener ojos para ver y oídos para escuchar al Señor guiándonos, mientras le confi amos nuestro futuro. Nuestra esperanza es que este ejemplar de En Contacto sea un estímulo para usted, un recurso para equiparle en su crecimiento a semejanza de Jesucristo, cuando la respuesta que usted anhela recibir de Él todavía no es evidente. Cobre ánimo por medio de las páginas que siguen. Usted no está solo, y su Padre celestial no le ha abandonado. Manténgase fi el a su llamamiento en el Señor, y un día verá que su promesa de que nunca le desamparará ni le dejará es absolutamente cierta.

Mi oración es que usted comience a preparar su corazón ahora mismo, haciendo cambios en su vida de acuerdo con la dirección del Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Si lo hace, no pasará mucho tiempo sin que experimente el gozo de una clase de primavera diferente: el fruto del Espíritu, la vida de Diosloreciendo en usted.



“Lo que necesitamoss tener ojos para ver
y oídos para escuchar al Señor guiándonos,
mientras le confiamos nuestro futuro"




Fuente: Encontacto.


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