Nuestro Pan
Diario
31/10/2012
Algo
que esconder.
LEA:
Salmo 32:1-11
Dije:
Confesaré mis transgresiones al Señor; y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
—Salmo 32:5
Si tienes algo que esconder, Mike Slattery quizá
tenga la solución. Hace varios años, una compañía de teléfonos móviles quiso
poner una antena en su propiedad y disimularla para que pareciera un pino. Mike
tuvo una idea mejor: construir un granero falso con paneles de vinilo que
permitieran que las ondas de radio los atravesaran. Después, desarrolló esta
idea hasta que se convirtió en una empresa que levanta estructuras para ocultar
antenas, por razones de seguridad y de estética. Slattery está convencido de
que muchos de sus vecinos todavía no tienen ni idea de qué hay adentro de su
granero (tomado de The Gazette, Colorado Springs, EE.UU.).
La mayoría de la gente trata de mantener algo fuera
de la vista. Puede ser algo tan inofensivo como trastos en un sótano o tan
tóxico como los fracasos morales y espirituales que intentamos esconder de los
demás, de nosotros mismos e, incluso, de Dios.
En el Salmo 32, David describió cuán inútil fue
tratar de esconder su pecado (vv. 3-4) y el alivio que sintió al abrirle su
corazón al Señor: «Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije:
Confesaré mis transgresiones al Señor; y tú perdonaste la maldad de mi pecado»
(v. 5).
Confesar nuestros pecados a Dios y abandonarlos
genera una sensación de libertad en nuestra alma, y nos da la tranquilidad de
saber que no tenemos nada que ocultar. D.C.M.
Cuando estamos listos para revelar nuestros pecados,
Dios lo está para quitarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario