¨Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.¨ 1Samuel 16:7
Se cuenta que en un pueblo lejano, el rey convoco a todos los jóvenes a una audiencia privada para darles un importante mensaje. Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: “Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido. La planta más bella ganará la mano de mi hija”.
Y así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y esta no germinaba, mientras los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían crecido en sus macetas. A los seis meses todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues, como su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio. La madre del joven le insistía a éste que acudiera, pues también había sido participante del reto. Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló en último lugar hacia el palacio con su maceta vacía en las manos.
Cuando los otros muchachos lo vieron estallaron en risas y burlas, causando un alboroto que sólo pudo ser interrumpido por el ingreso del rey, ante el cual todos hicieron reverencia. El rey se paseó entre todas las macetas admirando cada una de las plantas. Finalizada la inspección hizo llamar a su hija y llamo de entre todos al joven que llevo su maceta vacía. Atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.
El rey dijo entonces: “Este es el nuevo heredero del trono y se casara con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece”.
Es mejor, como se ve, la sinceridad y la humildad que un montón de pretendidos alcances. Con la vida cristiana ocurre algo parecido: la fe no necesariamente produce resultados que puedan ser admirados por el mundo (aunque últimamente muchos falsos profetas afirman que Dios nos hará ricos para que el mundo quiera ser como nosotros). El mundo nunca entenderá por sus propios medios cómo es que los cristianos creemos que es mejor sufrir por Cristo que gozarnos en los deleites temporales de esta vida. Pero los verdaderos discípulos del Señor sabemos que así es, y aún está escrito.
Publicado en : casadeoracionmexico
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