Dios
Conoce nuestras Debilidades y todavía nos Ama
“[Jesús] Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades,
porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin
embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la
gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la
gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos”. Hebreos 4:15-16 (NTV)
Hace años hubo un libro llamado “¿Por qué tengo miedo de decirte quién soy?” bueno, esta es la respuesta: Si te digo
quien soy en realidad y no te gusta, estoy en un rio sin remo, porque es todo
lo que tengo.
Y así, ocupamos la mayoría de nuestras vidas usando máscaras,
pretendiendo ser personas que no somos, porque tenemos miedo de que si dejamos
que otros vean lo que realmente somos, nos rechazarán. Es uno de nuestros
miedos más profundos.
Porque Dios siempre es bueno y nunca malo, Dios nunca te
rechazará, incluso cuando pecas ante Él y lo desobedeces y lo hieres. ¡Siempre
puedes volver! Él te recibirá, no te rechazará, cuando humildemente te
confiesas ante Él.
La Biblia dice, “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el
Señor me mantendrá cerca. Enséñame cómo vivir, oh Señor. Guíame por el camino
correcto, porque mis enemigos me esperan… Sin embargo, yo confío en que veré la
bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes”. (Salmos
27:10-11, 13 NTV). Puedes haber cometido una gran equivocación. Dios es el Dios
de las segundas oportunidades. ¿Por qué? Porque Él es un Padre bueno y
misericordioso.
Ahora, debido a que Dios siempre es bueno y misericordioso,
cuando oramos siempre podemos estar seguros y confiados. No tenemos que venir
temerosos ante Dios llenos de terror. Podemos venir a Él y decir, “Dios, sabes
que me equivoqué –eso es lo que soy. Pero tú eres un padre bueno –eso es lo que
Tú eres. Y es como tú eres lo que importa”.
“[Jesús] Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades,
porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin
embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la
gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la
gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos” (Hebreos 4:15-16 NTV).
RW.
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