La venida de Cristo
es para libertad.
"14 Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante
toda la vida sujetos a servidumbre" Hebreos
2:14-15
Jesús se hizo hombre porque se necesitaba la muerte de un hombre
que fuese más que un hombre. La encarnación fue un acto en el que Dios se ponía
a sí mismo en el corredor de la muerte.
Cristo no se arriesgó a morir, sino que abrazó la muerte. Es
para eso precisamente para lo que vino: no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).
Por eso, no es sorprendente que Satanás tratara de que Jesús no
fuese a la cruz. La cruz era la destrucción de Satanás. ¿Cómo lo destruyó
Jesús?
El "imperio de la muerte" es la habilidad de hacer que
la muerte sea algo temible. El "imperio de la muerte" es el poder que
sujeta a servidumbre a los hombres a través del miedo a la muerte. Es el poder
para mantener a los hombres en el pecado para que cuando la muerte venga, sea
algo horrible.
Pero Jesús despojó de este poder a Satanás. Lo desarmó. Forjó
una coraza de justicia para nosotros que nos hace inmunes a la condenación del
diablo.
Por su muerte, Jesús lavó todos nuestros pecados. Y una persona
sin pecado deja fuera de circulación a Satanás. Su traición queda abortada. Su
engaño cósmico es anulado "podemos soportar su rabia, porque su
condenación es segura". La cruz lo ha atropellado, y no pasará mucho
tiempo antes de que de su último suspiro.
La venida de Cristo es para libertad. Libertad del miedo a la
muerte.
Cristo tomó nuestra naturaleza cuando nación en Belén, para
morir nuestra muerte en Jerusalén, para que en nuestras ciudades pudiésemos
vivir sin miedo. Si, sin miedo. Porque si la mayor amenaza para mi gozo ha
desaparecido, entonces ¿por qué habría de angustiarme por las amenazas
pequeñas? ¿Cómo se puede decir realmente "Bueno, no tengo miedo a morir, pero
tengo miedo a perder mi empleo"? No puede ser, ¡piénsalo!
Si la muerte (y me refiero a la muerte, a estar sin pulso, ¡a
estar frío y muerto!) si la muerte no es ya un temor, entonces estamos libres,
libres en verdad. Libres para tomar cualquier riesgo bajo el sol por Cristo y
por el amor. Ya no estamos atados a la ansiedad.
Si el hijo nos ha libertado, hemos de ser libres en verdad.
JP.
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