miércoles, 22 de agosto de 2012

El beneficio de dar
Lectura: 2 Corintios 8:1-15
 
. . . recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
--Hechos 20:35.
 
Después del gran fuego que hubo en Chicago en 1871, D. L. Moody fue a Nueva York a solicitar fondos para ayudar a sus víctimas. Cuando llegó, le presentaron a un hombre muy rico de quien se decía era muy generoso. Impresionado por la gran necesidad que había en Chicago, dio a Moody un cheque por una gran suma de dinero. Luego dirigió al evangelista a otros hombres del área quienes también hicieron grandes contribuciones.
Cuando el señor Moody estaba a punto de irse, dio un apretón de manos al benefactor e hizo el siguiente comentario al despedirse: «Si alguna vez viene a Chicago, no se olvide de llamarme. Le devolveré el favor.» El hombre respondió: «Señor Moody, no espere hasta que yo llegue. Devuelva el favor al primer hombre que encuentre.» Al comentar sobre esa experiencia, Moody dijo: «Nunca se me olvidó ese comentario. Sonaba al verdadero Buen Samaritano.»
 
Ese hombre era la clase de dador que agrada a Dios. Movido por las necesidades de los demás, dio con gusto de su dinero para aliviar su sufrimiento. No dio para llamar la atención ni para satisfacer su ego. Tampoco dio «con tristeza, ni por necesidad», sino alegremente (2 Corintios 9:7).
 
Podemos estar seguros de que nos beneficiamos más cuando damos, porque el Señor Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). --RWD
LA MAYOR BENDICIÓN LE VIENE AL QUE DA LIBREMENTE SIN ESPERAR NADA
A CAMBIO.
 
 
 
 
Fuente: NuestroPanDiario
              21/12/2000.

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