La ventana del corazón.
"Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de
pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta
desmayar". Hebreos 12:3
Una de las habilidades más destacables de la mente humana es la
de dirigir su atención a lo que elija. Podemos hacer una pausa y decir a
nuestras mentes: "Piensa en esto, y no en aquello". Podemos enfocar
nuestra atención en una idea, imagen, problema o esperanza.
Es un poder asombroso, y dudo que los animales lo tengan.
Probablemente no son autoreflexivos, sino que están gobernados por los impulsos
y los instintos.
¿Será que hemos estado descuidando esta gran arma en el arsenal
de nuestra guerra contra el pecado? La Biblia nos llama una y otra vez a
utilizar este notable don. Saquémoslo a relucir y démosle uso.
Por ejemplo, Pablo dice en Romanos 8:5-6: "Porque los que son de la carne,
piensan en las cosas de la carne, pero los que son del Espíritu en las cosas
del Espíritu, porque el ocuparse de la carne es muerte, pero ocuparse del
Espíritu es vida y paz".
Es impactante. La vida o la muerte es determinada por aquello en
lo que ponemos nuestra mente.
Siento que muchos de nosotros nos hemos vuelto demasiado pasivos
en la búsqueda del cambio, de la plenitud, y de la paz. Tengo el sentir de que
en nuestra era terapéutica hemos caído en el esquema mental pasivo de
simplemente "hablar nuestros problemas", "tratar nuestros
asuntos", o "descubrir las raíces de nuestro quebrantamiento en los
orígenes de nuestra familia".
Pero en el Nuevo Testamento veo una aproximación al cambio mucho
menos pasiva y más agresiva, es decir, la de poner nuestra mente: "Poned
la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses
3:2).
Nuestras emociones están gobernadas en gran medida por aquello
que consideramos, por aquello que habita en nuestras mentes. Por ejemplo, Jesús
nos dijo que venciésemos la emoción de la ansiedad a través de considerar cosas
"Considerad los cuervos... Considerad los lirios" (Lucas
12:24, 27)
La mente es la ventana del corazón. Si dejamos que nuestras
mentes anden en la oscuridad, el corazón se sentirá oscuro. Pero si abrimos la
ventana de nuestra mente a la luz, el corazón sentirá la luz.
Por encima de todo, esta gran capacidad de nuestras mentes para
centrarse y considerar algo, está hecha para considerar a Jesús (ver Hebreos
12:3)
JP.