Autor Pastor Josué Magdiel Dávila García
Bien es dicho que el ser humano no nace sabiendo, a todos nosotros nos llevó años aprender la totalidad del conocimiento que tenemos hasta el día de hoy y aún continuamos aprendiendo muchas cosas.
La ignorancia es un mal terrible que azota a muchos que viven en sociedades nativas y alejadas o separadas de las grandes sociedades del mundo "civilizado" actual.
La ONU, que es la sociedad mundial más grande en este mundo, pues reúne a los representantes de las distintas naciones y pueblos, publica en sus reportes que en el mundo actual existen más de 100 millones de analfabetas en el mundo. Pero no existe ningún estudio o reporte que nos diga cuantos ignorantes hay.
La ignorancia es sumamente mayor al analfabetismo, puesto que la ignorancia abarca no solo la identificación de los caracteres con que identificamos las letras sino que se abre como un inmenso abanico de conceptos en donde se aplica en alguna forma el término de "ignorante en.."
Así, podríamos decir que cada uno de nosotros es ignorante con respecto a muchas cosas pero sabio o conocedor en otra u otras cosas, así es que habemos algunos monosabios, bisabios o trisabios.
El aprendizaje es parte fundamental del raciocinio humano, porque ¿cómo razonar sin tener el conocimiento?
Desde que somos pequeños recibimos enseñanza, y lo primero que aprendemos lo llevamos a la práctica inmediatamente, de ahí que aprendemos lo que nos enseñan primeramente en casa y después lo que nos enseñan en la escuela.
Bien es cierto que el ser humano muchas de las cosas que hace o por las cuáles se hace valer son por instinto, por esa razón no nos acercamos a un precipicio o emprendemos la huida ante un peligro manifiesto e imprevisto.
El ser humano ha sido dotado por Dios con el único cerebro capaz de aprender, enseñar y razonar profundamente.
Desde siempre la raza humana ha tenido la necesidad de aprender, descubrir y conquistar lo que tiene a su alcance, de ahí que por su ambición y su búsqueda de conocimiento el hombre se desviara por sendas oscuras y torcidas que lo llevaron a aprender y a distinguir entre lo bueno y lo malo.
Pues bien, de esto podemos deducir que hay cosas buenas que aprender y cosas malas que hemos aprendido y debemos dejar por el bien nuestro.
Hay dos grandes y únicas enseñanzas, a saber son el bien y el mal, de estos dos conceptos se desprenden millones de enseñanzas.
Desde tiempos de los profetas Dios dijo lo siguiente allá en Isaías 54: 13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.
Enseñados por Dios, que gran privilegio, enseñados por el Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente, sin que nada quede oculto y nada quede fuera de nuestro conocimiento necesario.
Es mandato de Dios estar firmes en su Palabra, buscarla de día y de noche y ni siquiera apartarla de nuestra persona, porque en ella esta nuestra vida. Gran verdad les dijo Jesucristo a los judíos que le inferían su divinidad allá en Juan 5: 39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
Así que, todo aquel que oyó al Padre,
¿Ha oído usted las enseñanzas que Dios quiere que usted aprenda?
Si creemos que la Biblia es palabra de Dios ¿por qué razón la despreciamos tanto? ¿Cuál es la razón que no aprovechamos el conocimiento de los demás y acrecentamos nuestro conocimiento a través de la Palabra?
Dios se revela a través de su palabra es él mismo el que nos instruye y nos enseña y nos abre un inmenso panorama nunca antes comprendido de sus hechos y de lo que espera hoy día de cada uno de nosotros.
Dios es quien a través de su Santo Espíritu nos enseña y capacita para conocerle a él y entender su voluntad. Todo aquel que oyó al Padre tiene un buen aprendizaje y agrega el Señor y aprendió de él.
Como dije en un principio, todos hemos aprendido muchas cosas a lo largo de nuestras vidas, unos más que otros pero todos tenemos cierto aprendizaje.
Pero aquí se desprende una pregunta ¿Haz aprendido de Dios?¿Qué haz aprendido de él?
Entre las miles de enseñanzas que el Señor nos da esta la de reconocer al Señor Jesucristo como Dios, Hijo de Dios y Salvador personal así que todo aquel que no ha oído a Dios ha aprendido su voluntad y ha llegado al conocimiento de Jesús.
Así lo dijo Jesús Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
El ir a Jesús es negarse a sí mismo y vivir para el Señor, estar sujeto a su voluntad y tener la mente de Cristo, un mismo sentir.
Excelente aprendizaje tendremos si tan solo dejamos que Dios nos enseñe todas sus maravillas y nos revele todas las riquezas de infinita gracia llevándonos a través del estudio sistemático de su palabra a un aprendizaje amplio y profundo de todo lo que tiene para cada uno de nosotros.
Dios mismo ha querido enseñarnos el camino recto que quiere que observemos ante él y nos ha mostrado el camino torcido por donde andábamos moribundos y sin esperanza. Y si en verdad hemos aprendido algo de él será el no apartarnos de su enseñanza y su sustento.
Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
Quiera el Señor que todos ustedes oigan las enseñanzas del Señor y que su aprendizaje sea más que excelente ante el divino maestro.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes.
Amén.
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